jueves, 18 de abril de 2013

Capítulo 5. "Vuelo de ángel."

El resto del día se me hizo corto, una vez hubimos terminado de comer decidí ir a la habitación a descansar un rato, esa noche había dormido en el coche, bastante mal, y estaba agotadísima, no me desperté hasta la hora de cenar, aunque como no tenía hambre no bajé.
Dada mi larga siesta, eran ya las dos de la madrugada y seguía en vela, con mi lamparita de mesa encendida y intentando descifrar alguna palabra del libro que me había regalado el director Duarte, aunque todos mis intentos
fueron en vano,pues solo pude entender algo de el tema sobre el que estaba escrito el libro gracias a las numerosas ilustraciones. Estaba lleno de dibujos de flores que nunca había visto, a una parecía dársele muchisima importancia, había un dibujo en el que se veía retratado a un ángel cogiendo su polen, y escondiendola para que los demonios no la encontrasen. No logré entender nada más de aquel libro, asique lo cerré, lo guardé en mi mesilla de noche e intenté dormir.
El día siguiente fue mi primer día de entrenamiento. Tania y Susan me despertaron pronto, nos pusimos el uniforme y fuimos hacia un aula bastante espaciosa y despejada, ni siquiera había mesas, que es algo que me sorprendió. Nos tocaba clase con la entrenadora Marela, y nada más entrar por la puerta todos los alumnos se colocaron formando un semicírculo a su alrededor. Ella por su parte se limitó a decir:
-Buenos días chicos, como ya sabreís desde hoy vamos a contar con una compañera nueva en la academia. Para los que no la conozcáis se llama Katie, ella aún no ha descubierto su don, asique hemos de ser pacientes con ella e intentar enseñarles todo lo que podamos para introducirla en nuestro mundo,ya que para ella es todo nuevo. Ahora, basta de charlas, hoy vamos a trabajar con las alas saldremos a volar un rato, es muy importante tener bien fuertes las alas, un ángel sin alas no es un ángel.
Dicho esto, todos mis compañeros desprendieron sus alas, yo me quedé sorprendida, era muy impactante ver por primera vez un ser humano con alas, y se debió notar mucho mi sorpresa porque la entrenadora no tardó en venir y decirme:
-Tranquila, te acostumbrarás a verlas, tu también tienes unas.
-¿Yo?
-Claro que sí, solo tienes que confíar, y creer en ti misma y en lo que ahora eres, y conseguirás desplegarlas. Inténtalo, solo tienes que hacer fuerza con unos músculos que tenemos ubicados en la espalda, por eso entrenamos, es muy importante tenerlos fuertes para tener unas alas bien grandes y poderlas desplegar y mover con mayor rapidez. En situaciones críticas podría salvarte la vida un despegue rápido. Fíjate en tus compañeros, como podrás observar unos tienen las alas más grandes que otros y hay alguno que solo a conseguido desplegar un ala. Haber tú que tal tienes esos músculos, prueva.
Seguí las indicaciones de mi entrenadora e intenté hacer fuerza con la espalda, pero lo único que logré fue hacerme daño en la columna vertebral.
-Mmm, necesitas practicar, quiero que mañana seas capaz de desplegar al menos media ala.
-De acuerdo. Pero,¿y si no tengo alas?
-Recuerda Katie, tienes que tener fé y confianza en tí misma. Creo que tu lección de hoy a concluido, tendrás que seguir tu sola, tus deberes para mañana son como ya sabes desplegar al menos media ala.-Guiñó un ojo.-Puedes salir o quedarte a ver el entrenamiento si quieres.
Opté por quedarme, ya que no sabía que hacer. El entrenamiento se basaba en una serie de movimientos con las alas, unas veces rápidos, otras veces lentos, sespués cerraban las alas y las volvían a desplegar unas cuantas veces, y finalmente, intentaban despegar los pies del suelo, y digo intentaban, porque aún nadie era capaz de hacerlo. ¿Cómo iba yo a poder volar si ni mis compañeros que llevaban allí más tiempo que yo podían?, me desanimé un poco, pero recordé las palabrás de la entrenadora, confianza y fé, y no se porque, pero me llené de motivación, asique salí al jardín, busqué un lugar tranquilo y dediqué el resto de la mañana a intentar desplegar mis alas, y no lo conseguí, no, pero yo era muy cabezona y no cesé en los intentos. Sonó la campana, entendí que era la hora de la comida, asique me fui al comedor, donde me esperaban Susan y Tania con nuestras tres bandejas ya en la mesa:
-¿Qué tal tu primera clase?-Me preguntó Tania.
-Bueno, bien supongo.-Respondí un poco decepcionada.
-¿Y esa cara?-Dijo Susan interrogante.
-No es nada, solo que aún no se si soy en realidad como vosotras, ni siquiera tengo alas...
-Oh, no te decepciones por eso boba, todos tardamos lo nuestro en sacar por primera vez las alas, yo estuve dos horas intentando sacar medio ala.-Respodió una voz ajena a la combersacion, y al girarme descubrí que se trataba de Jeremy.-Hola señoritas,¿puedo sentarme?
-Por supuesto Jeremy.-Contestamos.
-Gracias.
-Jeremy, yo llevo cinco horas y no he sacado ni media ala.
-Tranquilizate, yo tarde una tarde entera.-Dijo Susan intentando animarme.
-Lo mismo hay algo que haces mal,¿qué te parece si esta tarde te ayudo?-Dijo Jeremy con una gran sonrisa.
-Me parece bien.-Le devolví la sonrisa, y no se porque pero mis amigas se miraron mutuamente como si algo les hiciese gracia.
-Bueno chicos pues os dejamos solos que os espera una gran tarde de entrenamiento.
-Adios chicas.-Respondimos, y al terminar de comer salimos al gran jardín de la academía.
-Bien Katie prueva a hacer fuerza con la espalda, pero deseando con todas tus ganas que tus alas salgan.
-Está bien, pero no va a funcionar.
-Funcionará, pero tienes que confiar en tí misma, ahora intentalo.-
Hice toda la fuerza que pude pero no funcionó.
-Estás muy tensa, relájate, y lo más importante, piensa en que lo vas a conseguir, sé positiva.
Lo intenté por segunda vez, pero no lo conseguí.
-No estás relajada.
Jeremy se colocó detrás de mí, puso sus manos en mis hombros y mientras me daba un masaje dijo, prueva ahora.
-Ss, si...-Respondí un poco cortada, pero recordé que me tenía que relajar, asique cogí aire, me concentré en mi espalda y hice fuerza, fue increible, de mi espalda comenzaron a brotar unas grandes alas blancas, me quedé sorprendida, mis alas eran grandísimas, más grandes que todas las de mis compañeros.
-¿Ves?, no es tan difícil, solo es cuestion de concentrarse.
-¡Increible!, tengo alas.-Dije emocionada.-¿Cómo puedo volar?
-Entrenando mucho, tienes que fortalecerlas moviéndolas, cada vez intentando moverlas más rápido.
-¿Tú sabes volar?
-No, no tengo la suficiente fuerza en mis alas aún, lleva mucho tiempo de entrenamiento.
-Saca tus alas, vamos a entrenar, me encantaría poder volar.
-¿Ahora?
- Sí, ¿por qué no?
-Llevo una larga mañana de entrenamiento, pero bueno.-Jeremy sacó sus alas.
-Son más pequeñas que las mias.-Vacilé.
-Cierto, pero en eso tengo una cierta ventaja, las mias pesan menos y volaré más rápido.
-Eso te crees tú.-Dije en tono desafiante.
-¿Me estás retando?
-¿Yo retarte?Si porque no.-Dije riéndome.
-Bien entonces, a ver quien de los dos aprende a volar antes. Te advierto que yo tengo una ligera ventaja, llevo seis meses ya entrenando.
-Me parece buen trato. ¿Para volar hay que mover las alas muy rápido unicamente verdad?
-Si... Mas o menos.
-Pues intentemoslo.-Intenté mover mis alas lo más rápido que pude, pero a penas se movían a un milimetro por hora. Jeremy se rió de mí.
-No es tan fácil como parece. Yo las muevo a la par del péndulo del reloj del comedor y llevo seis meses intentándolo.
-Lo conseguiré, para ser la primera vez no está mal moverlas así ¿verdad?
-Cierto, yo ni las moví, por ello te felicito.
-Seguiré entrenando, pero una cosa que se me ha pasado,¿después como guardo las alas?
-Igual que las has sacado pero empujando hacia adentro.
-Voy a provar.-Guarde una de mis alas.-¿Y la otra?
-Intentálo de nuevo y ¡relaja!-Metí mi otra ala.
-Bien, ahora espera que las saque otra vez.-Lo intenté pero no pude.-Mierda, ahora no salen.
-Va a ser una tarde larga.
Y así fue, entrenamos toda la tarde entre risas hasta que le pillé el truco a lo de sacar y meter mis alas, después nos fuimos cada uno a nuestra habitación, Jeremy me acompañó hasta la mia y seguidamente me pregunto:
-¿Te veré mañana?
-Eso espero.-Respondí en tono muy dulce, y un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.
-Bueno pues nada. Adios.-Sonrió.-Mañana te veo.
Jeremy se fue, y yo me quedé ensimismada en la puerta viendo como se alejaba tras el largo pasillo, pero de repente una voz en tono cursi me despertó de mi sueño despierta.
-Oh Jeremy, Jeremy, cuanto te quiero.
Era Susan, como no.
-¿Te gusta eh?-Pregunto Tania.
-Pues claro que no, solo es un buen amigo.-Respondí muy colorada.
-Te gusta.-Dijo Susan sacándome la lengua.
-Que no.
-¡Ui que no!
-¡Pues claro que no!
-Yo creo que si.
-Pues crees mal, fin de la discursión.
-Hola Jeremy.-Se oyó decir a Tania.-No Katie no está.
-Espera Jeremy, si estoy.-Me avalancé hasta la puerta, pero no había nadie.
-Y dice que no le gusta.-Mis compañeras rieron.
-Vale un poquillo puede.
-¿Solo un poquillo?
-Vale mucho, y ahora me voy a la ducha, estoy hecha polvo de tanto entrenar.
-¿Ves?, no cuesta tanto reconocerlo.-Dijo Tania entre risas, y yo le tiré con un cojín.

domingo, 7 de abril de 2013

Capítulo 4. "El encuentro."

Jeremy me llevo hasta mi habitación, en la puerta había un cartel en el que ponía: Habitación de Luna y Felisa, no entrar sin llamar.
-Bueno pues, aquí está tu habitación. -Jeremy llamó a la puerta, y una chica rubia, de ojos azules y muy bajita abrió.-Hola Luna, te presento a Katie, tu nueva compañera.
-¡Hola Jeremy!, una ¿nueva compañera?, ¿en serio?, nosotras no hemos pedido ninguna nueva compañera.-La chica esbozó una carcajada un tanto descarada, luego otra chica mas alta, morena y de ojos color miel se acercó a la puerta y dijo:
-Y menos con esas pintas, miraté querida, esos zapatos estan pasados de moda. Lo siento Jeremy pero ella aquí no se queda.-Cerró la puerta dando un fuerte portazo. Jeremy me miró desconcertado.
-Tranquila, Luna y Felisa son así, iremos al despacho de la señora Fini y le diremos que te cambie de habitación, y así vas conociendo a los profesores.- Sonrió.
-Me parece bien, aunque, estoy un poco sorprendida,¿tan feos son mis zapatos?-
-No le des importancia, pasarás la mayoría del tiempo con el uniforme.
-¿Teneís normas para vestir?
-No, pero tenemos que ir con el traje de guerreros a todas las clases.
-Ahora entiendo por qué mi madre me dio uno antes de venir.-Sonreí.
Mientras caminabamos hacia el despacho de la señorita Fini Jeremy y yo nos ibamos entablando en una larga y profunda combersación, él me preguntó como había descubierto tan tarde que era un ángel, yo le conté la historia de Evelin, y todo lo que me había pasado el día anterior y me miró muy sorprendido:
-Asique, tú eres la famosa protectora de Evelin, tiene gracia, todo el mundo aquí habla de tu llegada, pero nadie sabe quien eres.
-¿La gente habla de mí?
-Si, los profesores nos advirtieron de que llegarías algún día a la academía.
-Esto sique que tiene gracia.-Me reí.-Yo ni siquiera sabía de vuestra existencia, y vosotros ya hablabais de mí.
-Si bueno, hemos llegado.
Llamamos a la puerta antes de entrar, la puerta se abrió sola, y una pequeña anciana con una voz muy aguda y que se encontraba sentada tras una mesa de despacho dijo colocándose las gafas:
-¿A quién tenemos aquí? una nueva alumna, ¿cómo te llamas chica?
-Soy Katie González, encantada señora.
-Oh, jijiji, y dime Katie, ¿qué te trae por mi despacho?
-Quería cambiarme de habitación señorita Fini, mis supuestas compañeras de habitación no quieren que la comparta con ellas.-Expliqué.
-Veamos que podemos hacer, ¿has dicho que eras Katie González verdad?-Preguntó mientras tecleaba en su ordenador sin parar.
-Así es.
-Katie creo haberte puesto en la habitación de Luna y Felisa, creo que podrían enseñarte mucho sobre el mundo de los ángeles, necesitas aprender mucho, el cargo que te ha sido enviado es muy importante, y esto a surgido tan deprisa...
-Pero señora Fini, esas chicas fueron muy groseras con ella, y se negaron a dejarla entrar.-Explicó Jeremy.-Creo que debería asignarle otra habitación.
-Veamos.-Contempló la pantalla del ordenador unos segundos y finalmente dijo.
-Solo tenemos una habitación libre, la 39, la compartirás con otras dos chicas te llevarás bien con ellas.
-Gracias señora Fini.
La señora Fini era la profesora de lenguaje, me había explicado Jeremy. Los ángeles teníamos un lenguaje secreto, recordé el libro que me había regalado el director Duarte, estaba escrito con una serie de símbolos que no entendía.
Jeremy me acompañó hasta la habitación 39 y seguidamente se despidió de mí, y me dijo que si necesitaba algo estaría en su habitación, la 14 de la planta de los chicos, me despedí de él. La señora Fini me había dado mi propia llave, ya que mis compañeras estaban en clase, la llave tenia una forma muy curiosa, era una especie de esfera con un rombo en la punta, miré la puerta, no había cerrojo, no supe que hacer asique giré el pomo para ver si por casualidad alguna de mis compañeras se había dejado la puerta abierta, desafortunadamente no fue asi, pero al girar el pomo una especie de tapita se abrió, dentro había un hueco, metí la llave y la puerta se abrió.
-¡Anda, asique asi se abre!
-¡Eh, tú! ¿qué se supone que estás haciendo en mi habitación?-Gritó una chica alta, morena, de pelo corto y ojos oscuros.
-Hola, soy Evelin, tu nueva compañera de habitación.
-Hola, yo soy Tania, siento haberte gritado así, pero pensé que eras alguna diabla de Conguage que venía a robar, no seria ni la primera ni la última vez...
-No pasa nada.- Sonreí.-¿No te molestará que me quede aquí verdad?
-Claro que no, Susan y yo estaremos encantadas de tener a alguien que nos haga compañía.
-Uff, menos mal, antes de vosotras me habían asignado una habitación con unas chicas más estúpidas, ni siquiera me dejaron presentarme y ya estaban criticando mi forma de vestir... Creo que una se llamaba Luna.
-Luna y Felisa, no te sorprendas,
le hacen lo mismo a todo el mundo. Adelante, entremos a dejar tus cosas, seguro que estás deseando deshacer tus maletas.
-La verdad es que sí.
Entramos en la habitación, la verdad no me la esperaba tan espaciosa, me esperaba una habitación pequeñita, con literas y un armario para las tres, como es normal, pero lo que me encontré me sorprendió, la habitación contaba con tres camas grandes y bien separadas, cada una con su mesilla y su lamparita de noche, a la derecha había 4 puertas, 3 juntas y una más separada, al abrirla descubrí que se trataba de un cuarto de baño que contaba con un lavabo, un gran espejo, una ducha y el inodoro, también había tres pequeños armarios, uno para meter las cosas de cada una, abrí por. Las otras tres puertas eran vestidores, el mio era el tercero, me dispuse a colocar mis ropa en él, y cuando hube terminado de colocar todo mi vestuario una media hora después, alguien llegó a la habitación, se trataba de Susan mi otra compañera, Tania nos presento, y a continuación dijo:
-Bueno chicas, va siendo hora de comer¿no os parece? sera mejor que bajemos pronto o el director Duarte se enfadara mucho.
-Me parece bien.-Dijo Susan y yo me limité a seguirlas hasta el comedor, ya que aún no conocía la academia.
En el comedor había muchas mesas, cada una con el número de habitación correspondiente, nosotras estabamos en la 39. Cuando entré ya estaban todos sentados, y según iba adentrandome en la sala me observaban de arriba a abajo, como si fuese una cosa rara verme por allí.
-No te preocupes.-Dijo Susan.-Están extrañados de verte, porque la mayoría se conocen de toda la vida.
-Ya, supongo que ahora soy "la nueva".
Llegamos hasta una cola, cogimos una bandeja cada una, y esperamos a nuestro turno para elegir menú. Me encontraba la última de la fila, pero eso duró poco tiempo, Felisa y Luna llegaron a darme la soba otra vez.
-Anda Felisa, mira con quien se a juntado la nueva, pero si son Susan y Tania.
-No me extraña que vaya con ellas, las tres tienen menos estilo que una mona.-Rieron burlosamente.
-Ignoralas Katie es lo mejor.
-No Susan.-Cogi un bote de mayonesa que había en el mostrador.-Tienen razón, ahora se lleva tener la ropa manchada.-Dije rociandolas de mayonesa a las dos. El comedor entero se dio la vuelta para ver lo mal que habían quedado y sin saber que hacer, dijeron:
-No deberías haber hecho eso niña, no sabes con quien te estás metiendo. Te juro que esta nos la pagarás.
-Que miedo me dais.-Dije haciendo un gesto para que se notase que era un sarcasmo.
-Deberíamos dártelo. Mira detrás tuyo.-Miré,y había una bola gigante que venía a gran velocidad hacia mí. Intenté apartarme pero ya era demasiado tarde, la bola me dió un buen golpe y sali disparada por la ventana hasta el jardín. Susan y Tania salienron corriendo en mi busca.
-¿Estás bien?-Preguntó Tania.
-Eso creo. Dije intentando levantarme, ¿cómo ha hecho eso?
-Usando su don. Cada ángel tenemos uno, aún no has descubierto el tuyo ¿verdad Katie?-Explicó una mujer ataviada con un traje amarillo de guerrera.-Os he visto pelearos, no deberías haber provocado a Luna, podría haberte hecho mucho daño.
-¿Quién es usted?, empezó ella, ya es la segunda vez que me deja en ridículo,y yo odio quedar mal.
-Soy la profesora Marela tu entrenadora, lo sé, pero una de las cosas que comprovarás que enaseñamos aquí es la bondad, y el rencor y la lucha no es muy bondadoso que digamos pequeña... tendrás que aprender a controlar tu ira. En cuanto a Luna, tiene algo que descubrir por ella misma, por más castigos que le pusiésemos seguiría siendo igual. Y ahora, vamos a comer chicas, hace rato que vuestros compañeros terminaron.

martes, 2 de abril de 2013

Capítulo 3. "El viaje."

Me vestí y hice las maletas todo lo rápido que pude, como mi padre no me había indicado donde me llevaba ni cuanto tiempo estaríamos fuera, metí todo lo que me entró en la maleta. Cuando hube terminado me miré fijamente al espejo, no había dormido en toda la noche y tenía unas ojeras tremendas, pero más allá de ello, me gustaba lo que veía, mi pelo era moreno, negro y muy liso, a penas me había pegado un buen corte tres veces en mi vida, y lo tenía bastante largo, mis ojos eran grandes y de un color verde hierba que poseía muy poca gente, mi tez era mas bien morena, y mis labios eran de un color rojo muy intenso. En mi tocador, había siempre una buena colección de sombras de ojos, rimel, y lapices, me encantaba maquillarme, también estaban mis planchas de pelo y mis tenacillas, recojí todo mi set de belleza en una gran bolsa gris y, cuando me dispuse a salir por la puerta de mi habitación, vi que mi madre se me acercó con un enorme traje de guerrera en las manos, me lo acercó y me dijo, cuídalo mucho, te hará falta. Yo le di las gracias y un gran abrazo de despedida, seguidamente me dispuse a meter mi gran maleta en el coche, que se ubicaba en el garaje. Abrí el maletero y deposité la maleta dentro, a continuación entre en el coche, me puse el cinturón, y aguardé hasta que al fin mi padre llegó, él, al igual que mi madre tenía algo para mí, era un colgante, pero no era un colgante normal, estaba echo de un material color púrpura y tenia una especie de piedra brillante con forma de canica colgando de él.
-Llévalo siempre, te protegerá cuando más lo necesites, y sobre todo, no lo pierdas por nada del mundo Katie.- Asentí con la cabeza, y después de estas palabras pusimos el coche en marcha y salimos del garaje.
El viaje se estaba haciendo muy pesado, la carreteta por la que círculabamos estaba llena de curvas y cuestas, mi padre me recomendó dormir, asique le hice caso, apoyé la cabeza en la ventanilla, cerré los ojos y me quedé dormida. Calculé unas tres horas hasta despertarme, cuando abrí los ojos aún no habiamos llegado, pero mi padre no tardó mucho en decir:
-Es aquí Katie, tal y como lo recordaba.
Acabábamos de llegar a una gran mansión con enormes jardines. Bajamos del coche, cojí mi maleta y nos acercamos a la puerta de entrada al jardín, se trataba de una gran verja muy bien reforzada, como si tuviera que proteger algo muy importante, mi padre tocó un timbre que habia a uno de los lados y se pudo oir a alguien preguntar por un telefonillo:
-¿Quién?
-Número 96 señor.
-Bienvenidos, les estabamos esperando.
La gran verja se abrió, entramos dentro de la mansión y automáticamente se cerró. Mi padre y yo caminamos hasta la gran puerta de entrada a la mansión mientras divisabamos aquellos enormes jardines repletos de tulipanes de vivos colores. Llegamos a la puerta de la casa, y sin tener que llamar un hombre de avanzada edad nos abrió, mi padre lo saludo, él le devolvió el saludo, y seguidamente me miró diciendo:
-La pequeña Katie, como has crecido, pasad, seguro que tienes muchas preguntas que formular.
-Bastantes la verdad. ¿Qué es este sitio?
-Buena pregunta, ¿tu padre aún no te ha explicado nada verdad?-negué con la cabeza-Bueno pues esto se puede decir que es una especie de, "academia", estarás aquí durante una temporada, y aprenderás todo lo que ha de saber un ángel para cumplir su taréa en la tierra.
-¿Un ángel?¿me está usted vacilando verdad?-pregunté con tono sarcástico.
-Veo que tendremos que empezar desde el principio, querida, acompañame por aquí.
Obedecí al anciano y le seguí. Me encontraba en un sitio muy estraño, nada más entrar por la puerta podía verse una gran escalera con reposabrazos dorados y grandes escalones de piedra, a ambos lados de la escalera había dos grandes pasillos cubiertos de cuadros pintados a oleo. En el techo podía verse una claraboya que dejaba entrar mucha claridad al edificio. Nosotros fuimos por el pasillo de la derecha, y entramos a una sala con dos ventanales cubiertos con cortinas, estanterías cubiertas de libros y una gran mesa rodeada de sillas, parecía tratarse de una biblioteca, obsetvé uno de los libros que me llamó la atención, la portada y la contraportada estaban escritas con una serie de símbolos que no había visto en mi vida, el anciano me invitó a quedármelo y después me invitó a sentarme en una de las sillas. Mi padre estaba sentado a mi lado, el anciano opto por sentarse en frente de nosotros y a continuación dijo:
-Bueno Katie empezaré desde el principio. Desde los orígenes de la humanidad demonios y ángeles hamos luchado siempre por el bien y el mal. Un día llegó hasta las puertas del cielo un demonio llamado Armando y trajo consigo un pequeño bebé. Armando contó que se había enamorado de la joven Rafaela, una humana, y que habían tenido al bebé. El diablo claro estaba que cuando se enteró de que uno de sus subditos había albergado sentimientos de amor con una humana, no se lo pensó dos veces y decidió castigarle matando a Rafaela y con ella a su hijo, y enviandolos al infierno donde serían sufrirían una condena infinita junto a Armando.
Armando había pedido a una de los ángeles que se encontraban en el cielo, que huyera a la Tierra con su hijo y lo criase como si fuese suyo, pero el diablo no cesó y mando a los demonios a la Tierra para que encontrasen al bebé y se lo llevasen al infierno, aunque, cuando se enteró de que un ángel estaba criando a un demonio, detuvo la captura, pues ello le beneficiaba porque, cuando ese bebé fuese mayor conocería mejor que nadie a los ángeles,  pero tendría que obedecerle a él. Al enterarnos de los planes de el demonio, los ángeles enviamos a otra familia de àngeles a vivir a la tierra para que acompañase y vigilase a Evelin y su madre hasta que ella fuese mayor. Cuando Evelin cumplió los quince años hace seis meses, el demonio mando a sus diablos a por ella. Lo que él no sabía es, que nosotros sabiamos por adelantado sus planes y habiamos criado a Evelin sin conocimiento alguno de nuestra existencia. Lamentablemente él también había cambiado de planes para ella, los demonios no pueden cruzar el umbral de las puertas del cielo pero los humanos sí, y Evelin es medio humana.
Desde su rapto los ángeles estamos alertados, pueden atacar en cualquier momento. Por eso estás tú aquí, tienes que ir a buscar a Evelin, ella no sabe que tú eres un ángel, y tú eres la que mejor la conoces, os habeis criado juntas, vuestro don te permitirá saber donde está, pero primero tienes que desarrollarlo, y estar preparada para luchar contra el mal.
-Evelin...La encontraré, lo prometo, no permitiré que ningún demonio le haga daño, pero esto último no lo he entendido bien, ¿un don?, ¿de qué se trata?
-Lo descubriras por tí misma, y ahora, coje tus maletas te enseñaré tu habitación.-Sonó un timbre.-O bueno, quizá será mejor que envíe a alguien de tú edad a que te enseñe la academia, imagino que no querrás estar tanto rato con un viejo cascarrabias. Ven conmigo, seguro que encontramos a alguien de tu edad por los pasillos.
Nos levantamos y salimos de la biblioteca, mi padre me llevaba las maletas, aunque, cuando llegamos a la entrada, se paró en frente de la gran escalera, me dió un beso y me dijo:
-Buena suerte Katie, eres especial, yo, ya he terminado mi taréa en la tierra, ahora te toca a tí. Adios.-Mi padre desplegó unas grandes alas blancas, abrió la puerta y vi como se fue volando hacia el cielo, fue un momento mágico. Me quedé mirando al cielo viendo como se alejaba mi padre, y sin apartar los ojos del cielo pregunté:
-¿Dónde se encuentra el cielo?
-No lo se, nunca he estado allí- La voz de un chico resono en mis oidos, me giré para ver de quien se trataba.-Hola, soy Jeremy, encantado.-Me estrechó la mano-El viejo Duarte me ha pedido que te enseñe tu habitación, asique, sigueme, yo te llevaré las maletas.
-Está bien. No te preocupes por las maletas, puedo yo sola.- Sonreí.
-No es ninguna preocupación, en serio.- Jeremy chasco los dedos y las maletas empezaron a flotar en el aire. Era lo mas asombroso que había visto en mi vida.-¿Nos vamos?.
-Cuando deje de flipar.-  Contesté sarcasticamente, y él soltó una carcajada y dijo:
-Te acostumbrarás.

Capítulo 2. "El principio de una aventura."

Tenía los pelos de punta, estaba horrorizada y me temía lo peor. Las lágrimas comenzaron a invadir mis ojos, me dispuse a abrir la puerta, pero cuando fui a agarrar el pomo, pude oir a alguien gritar mi nombre, la voz provenia de la entrada, me apresuré a ver quien era, se trataba de mi madre, corrí hacia ella y la abracé como nunca antes lo había hecho, y aún sollozando le conté lo del rastro de sangre que acababa de ver, pero cuando nos dispusimos a examinarlo la sangre había desaparecido.
-Katie, aquí no hay nada.
-Pe, pe, pero hace un momento, aquí había un rastro enorme de sangre.- dije con la voz entrecortada.
-Querida, has tenido un día duro, sube a tu habitación y descansa un rato anda, te vendrá bien.
-Quizá tengas razón... ¿y papá?-pregunté un poco preocupada todavía.
-Vendrá en seguida, está guardando el coche en el garaje, anda, tu no te preocupes y descansa, que mañana tienes clase.
Con todo lo que acababa de pasar, se me había quitado el hambre, subí las escaleras hasta mi habitación, me tumbé en la cama e intenté relajarme, aunque llegaron a pasar dos horas y aún seguía dándole vueltas al asunto, estaba muy segura de lo que había visto, pero ¿por qué cuando fui con mamá la sangre había desaparecido?... Quizá mamá tuviese razón, y solo había sido el estrés, pero era tan real. Seguí pensando en ello durante horas, hasta que, bien entrada la madrugada oí a mi padre hablar por teléfono con alguien, baje a la cocina, donde él se ubicaba, y escondiéndome tras la puerta intenté oir su combersación.
-Están aquí señor, y no van a parar hasta encontrarla. Pero le prometo que la protegeré, no permitiré que nada ni nadie le haga daño.- mi padre colgó el teléfono. Yo entré a la cocina y muy desconcertada dije:
-Quiero respuestas, y las quiero ahora, se que me ocultais algo papá.
-Katie, yo... No quiero que sufras.
-Tiene que ver con Evelin, ¿verdad?, se que hablabas con su padre, reconocí la voz desde el primer momento.
-Si hija... Quizá va siendo hora de contartelo todo, te haces mayor y a medida que pasa el tiempo, se me hace dificil seguir ocultandote la verdad. Aunque quizás es mejor que lo veas con tus propios ojos, vístete y haz las maletas, a llegado la hora.
-Está bien, pero ¿a dónde vamos?
-No seas impaciente, lo verás en seguida.

lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 1. "El comienzo."

A penas podía dejar de llorar aquel día, tenía la nostalgia típica de haber perdido a alguien recientemente, ese recuerdo que te marca, esa huella imborrable que te persigue día a día durante tanto tiempo. A pesar de los seis meses que habían pasado aún recordaba a mi mejor amiga, aún tenía en mi mente la imagen de aquella personita con la que pase los mejores años de mi vida, y que ahora ya no estaba.
Evelin había desaparecido hacía seis meses, nadie la había vuelto a ver desde entonces, yo fui la última en verla, ese día estuvo conmigo al salir del instituto, desde hacía ya varios meses estaba un tanto rara, en una ocasión incluso llegó a pasar semanas sin ir a clase, yo discutí con ella, recuerdo perfectamente cada palabra:
-Evelin, ¿que es lo que te pasa?, llevas faltando a clase ya dos semanas, ¡no puedes seguir así tía!
-Mira Katie, cállate ¿vale?, se muy bien lo que hago y lo que no hago con mi vida, y es problema mio, así que déjame vivir mi vida.
-Pero Evelin, ¿tú te estás escuchando?, te has vuelto una pasota de mierda.
-Aléjate de mi vista, ¿vale?
-Como quieras...
Al día siguiente Evelin llamó, parecía asustada, y lo único que me dijo fue que no me tomase a mal lo que me dijo cuando discutimos, que había algo muy gordo que no me podía contar, pero que estaba cambiando su vida... Y eso fue todo lo que pasó ese día agente, llorar, llorar por mi amiga, de la que ahora se me acusa de incubrir.
-Suficiente señorita González. Aunque me temo que aún no se puede ir de comisaría, va a tener que pasar aquí la noche hasta que mañana venga el inspector.
-Muy bien agente, pero, ¿no le basta con sacarme de mi casa en pijama, interrogarme sobre lo que hice antes de ayer, y acusarme de estar incubriendo a Evelin Prode, sino que quiere dejar a una adolescente de dieciseis años encerrada en una celda toda la noche?
-Lo siento Katie, cumplo con mi deber, y, la ley es la ley.
-Pues la ley es una mierda...-dije entre susurros.
-¿Perdone?
-¡He dicho que la ley es una mierd...- Alguien me corto antes de que yo pudiese seguir hablando, la puerta se acababa de abrir, una chica alta, rubia, con el pelo rizado y de grandes ojos grises acababa de entrar a comisaría, por su cara deducí que no venia muy contenta, y su manera de vestir y maquillarse revelaba que era un tanto gótica. El agente de policia pareció sobresaltado al verla entrar, como si no fuese la primera vez que viese a esa chica por allí. La chica se acerco al agente, saco un bolígrafo y una libreta en la que tenía apuntadas una serie de preguntas, y le dijo:
-Vengo por el caso de Evelin Prode, me gustaría hacerle unas preguntas a una chica llamada Katie, ya que mi padre, el inspector Ruiz no podrá venir mañana debido a un imprevisto.
-Está bien, Katie es aquella de allí.-dijo señalándome-Y, Rosa, dile a esta mocosa que puede irse a su casa, no quiero aguantarla ni un segundo más aquí.
Mantuve mis ganas de saltarle a ese asqueroso policia, cojí aire, y lo solté lentamente. A continuación, vino Rosa y se sentó delante mio:
-Hola, tu debes de ser Evelin, vengo ha hacerte unas cuantas preguntas, tardaremos poco, lo prometo-dijo guiñando un ojo.-¿tus padres no saben que estás aquí verdad?
-No me han dado la oportunidad de llamarles... Cuando me sacaron de casa aún no habían llegado de trabajar, seguro que están muy preocupados.
-Tranquila, tardaremos poco y te llevaré a casa si quieres.
No me gustaba mucho la idea de que una extraña me llevase a mi casa en coche pero, en el fondo aquella chica me inspiraba confianza así que acepte su propuesta, tardamos poco en terminar el interrogatorio, tal y como ella me prometió, las preguntas que me hizo fueron sobre mi amistad con Evelin y como nos llevabamos, yo por supuesto le dije que era mi mejor amiga desde pequeñitas, y que no tenía ni idea de porque se fue de un día para otro y sin avisar, le conté lo de la discursión que tuvimos, y lo de la llamada que recibí, después montamos en su coche y me llevo a mi casa, donde mis padres no me esperaban muy contentos que digamos, la policia ya les había avisado de que estaba en comisaría, y de que ya me iba a casa.
Antes de abrir la puerta puse el oido a ver si lograba oir algún tipo de combersación sobre mí, y al no oir ni mú, abrí la puerta y entré, para mi sorpresa, la casa estaba vacia ...
-¿Mamá?- pregunté para asegurarme de que no había nadie.      Y asì era, nadie contestó.
Ajena a que mis padres no estaban, no le di mucha importancia, pues cuando la policia vino a por mí aún no había cenado nada, y me sonaban muchísimo las tripas, pero cuando me dispuse a entrar en la cocina pude ver un chorro de sangre que se extendía desde el pasillo principal hasta la habitación de invitados...